Pandemia: ¿Cómo influye en nuestra salud dental?
La crisis del coronavirus no sólo está afectando a la salud de los que padecen la Covid-19, sino a la salud en general de toda la población. Diagnósticos que se retrasan debido a la saturación sanitaria o el miedo al contagio en los centros sanitarios provocan que algunas patologías empeoren y tengan un peor pronóstico. Esto ocurre también en la salud dental, pues problemas comunes y de fácil solución como las caries están desembocando, al no ser abordadas, en tratamientos más agresivos en incluso en la pérdida de piezas que podrían haberse salvado
Más caries, bruxismo, gingivitis y piezas rotas
A raíz de la pandemia, especialmente tras los meses del confinamiento, los dentistas empezaron a notar el aumento de determinados problemas de salud bucodental en sus pacientes, como lo son problemas de caries, bruxismo y roturas de dientes Esto ha hecho que problemas poco graves se hayan ido desarrollando hasta ser enfermedades que revisten mayor importancia. Uno de los principales problemas es el aumento de las caries hasta en un 33%, y caries en un estadio más avanzado, lo que ha provocado, por ejemplo, que se hayan tenido que extraer más dientes.
Otro problema en aumento debido a la pandemia ha sido el bruxismo, es decir, apretar o rechinar los dientes de manera inconsciente, sobre todo por la noche, las preocupaciones derivadas de la pandemia y otros aspectos (la salud de la familia, la inestabilidad laboral, la presencia de restricciones o cambios en la rutina, etc.) han hecho que muchas personas experimenten un mayor nivel de estrés que perjudica la salud oral. Esta ansiedad contribuye a la aparición de bruxismo que, con el tiempo, provoca desgaste en los dientes junto con dolor en el cuello, mandíbula, cabeza y oídos. La constante presión oclusal en las piezas dentales ocasionadas por el bruxismo hace que estas se fracturen o se rompan.
Comemos peor y retrasamos la visita al dentista
Además de lo explicado anteriormente, las causas más comunes de este empeoramiento de la salud dental son principalmente dos circunstancias también derivadas de la pandemia: el aplazamiento de las visitas al dentista y una peor alimentación. Durante los meses del confinamiento más estricto, adquirimos malos hábitos, al estar más tiempo en casa, la dieta se basaba en un constante picoteo entre horas -generalmente de snacks y bebidas con una alta concentración en azúcar- algo que contribuye a la acumulación de restos de comida y, con ello, a una mayor cantidad de placa bacteriana. Si no seguimos unas adecuadas rutinas de higiene, las bacterias liberan ácidos que terminan destruyendo el esmalte dental
Si a esto unimos que vamos menos al dentista, la salud dental empeora a la fuerza, y no ir al dentista es algo que hacemos menos por varios motivos. Primero fue el confinamiento, cuando muchas clínicas estaban cerradas o atendían solo urgencias, y más tarde, por miedo, el principal motivo por el que los pacientes se han mostrado reticentes a venir a la clínica. Sin embargo, esto puede ser también una excusa para aquellos pacientes con miedo al dentista y, así, poder procrastinar los tratamientos que necesitan.
Retrasar la visita al dentista es especialmente dañino, por ejemplo, para las personas que tienen ortodoncia fija con brackets, “requieren de un mayor control sobre su higiene. El hecho de no acudir a revisión no solo ha podido suponer un problema en cuanto al transcurso de la ortodoncia, sino que ha imposibilitado que el especialista valore los cúmulos de sarro en las zonas de difícil acceso para el cepillo.
Es por esto que con o sin pandemia, nunca debemos dejar de lado nuestra salud dental, y aconsejamos que nunca se retrase la visita con el dentista, recomendada cada 8 o 10 meses aunque no se detecte ningún problema bucal. Es preferible abordar a tiempo un problema que se puede resolver con un proceso sencillo, como puede ser un empaste, a dejar que se desarrolle una enfermedad más grave que implique un diagnóstico más complejo, largo y costoso.